Los buques peruanos Huáscar y la Unión luego de enterarse del bombardeo de Iquique, zarpan rumbo a mares chilenos en busca de causar el mayor daño posible a su enemigo.
El 18 de julio de 1879, encontrándose frente a Mejillones, se regocijaban pensando en que tenían 700 millas de mar enemigo para acechar.
La primera víctima que cayo en las garras del Huáscar fue el mercante chileno Adelaida Rojas, que transportaba 1.700 toneladas de carbón. Luego la Unión captura el bergantín Savoy Jack cargado de cobre. Estos dos buques fueron abordados y enviados al Perú con tripulaciones sacadas del Huáscar y la Unión respectivamente.
Después decidieron separarse para abarcar más.
La Unión entra a Caldera y el Huáscar siguió rumbo al sur. Ambos buques cañonearon puertos y embarcaciones menores chilenas.
Capturaron otro mercante chileno lleno de cobre, el Adriana Lucia. La presa más importante estaba por llegar.
El Paquete Maule con un batallón de infantería y armas, proveniente de Valparaíso con destino a Antofagasta, tuvo la fortuna de pasar de noche y sin luces por donde esperaban al asecho los buques peruanos, llegando a salvo a su destino, pues no fueron vistos por los enemigos.
No corrió la misma suerte el buque chileno Rimac que transportaba a uno de los mejores regimientos con que contaba Chile, los Carabineros de Yungay con sus finos caballos que también iban a bordo.
La desgracia estaba en el aire, el coronel Manuel Bulnes, oficial al mando del regimiento chileno, estaba nervioso, faltaba poco para llegar a Antofagasta, pero presentía que algo no andaba bien.
Desde Antofagasta, el ministro Santa María, había recibido noticias que los buques peruanos andaban en mares chilenos, lo que ponía en peligro sus embarcaciones que venían del sur, por lo cual envió al Cochrane a proteger a sus embarcaciones menores, pero ya era tarde. Los buques peruanos no dejarían pasar esta oportunidad.
La Unión avista al Rimac, el cual al darse cuenta del peligro cambia rumbo rápidamente hacia el oeste, seguido de cerca por el buque peruano.
El Huáscar apareció en escena frente al desesperado Rimac, cortándole el paso. El transporte chileno estaba rodeado.
García y García, comandante de la Unión quería capturarlo intacto, con su valioso cargamento y siguiendo de cerca disparaba mas que nada para intimidar la rendición que para hundirlo. Se le unió la artillería del Huáscar. No había mas que hacer, el coronel Manuel Bulnes considero que no valía la pena arriesgar a su regimiento y caballería en un combate inútil, por lo que mando izar bandera blanca en señal de rendición.
El Rimac paro sus maquinas, los carabineros arrojaron sus rifles al mar.
El capitán de fragata Meliton Carvajal y el teniente Palacios, oficiales del Huáscar, abordaron el vapor donde sobre la cubierta se encontraban los 300 chilenos, que siendo tomados prisioneros, fueron enviados en el monitor rumbo a Arica.
El Rimac paso a manos peruanas con un cargamento de 215 caballos, 245 Carabineros de Yungay, 55 soldados, 200.000 cartuchos Comblain, 150 carpas, 448 pares de botas, 700 toneladas de carbón.
La travesía de los buques peruanos en aguas enemigas había terminado. Los dos buques satisfechos volvían a Arica.
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